domingo, 24 de octubre de 2010

Las bibliotecas se sacuden el polvo


Internet transforma las salas de lectura en focos de expansión de la cultura digital - Los usuarios deben ser los nuevos creadores, afirman los expertos.

Las bibliotecas han sido siempre lugares tranquilos y ensimismados donde los bibliotecarios intentaban ordenar el mundo con sus libros. Pero todo eso ha cambiado y se ha puesto patas arriba al irrumpir las nuevas tecnologías y convertirlas en lugares donde los usuarios escuchan música, ven películas, se reúnen y comparten experiencias, además de leer libros y otras publicaciones. Cada día se comercializan nuevos soportes electrónicos y la digitalización de todo tipo de contenidos es la norma. ¿Tiene sentido almacenar libros? ¿Tienen futuro las bibliotecas si ahora se puede descargar todo de Internet? Los responsables de las bibliotecas de Barcelona, que pusieron en marcha el Plan de Bibliotecas en 1998 para modernizar estos equipamientos, han hecho balance y han reflexionado sobre su futuro en unas jornadas.

Javier Celaya, fundador del portal cultural dosdoce.com, ha coordinado uno de los encuentros celebrados en la Biblioteca Joan Fuster, en los que han participado responsables de algunas de las bibliotecas más importantes de Europa y América, como la Library 10 de Helsinki, la Biblioteca de La Haya y la Biblioteca Pública de Nueva York. Según Celaya, en el mundo analógico había cabeceras, editores y bibliotecarios con crédito que aconsejaban lo que había qué leer, mientras que en el mundo digital se accede a la información sin reflexionar y de forma inmediata.

Consumo voraz

Celaya advierte que la tecnología tiene sesgo e intereses económicos. Afirma que España "consume de forma voraz las tecnologías; es el segundo país, tras Brasil, en el uso de las redes sociales y dedicamos más de tres horas diarias a navegar". El problema es desconocer cómo usar la información. "Y ahí las bibliotecas tienen un papel fundamental, ya que disponen de profesionales que saben filtrarla y organizarla para su uso, además de ser el único lugar que permite informarnos de forma creíble y con garantías de que lo que se lee no es utilizado con fines comerciales".

Los expertos reunidos en Barcelona abogaron por que las bibliotecas sean lugares donde no sólo se realicen "transacciones de libros y películas", sino que los usuarios se conviertan en creadores de actividad cultural y que las bibliotecas ayuden a formar a los jóvenes y hagan cambiar las cifras que indican que sólo el 10% de internautas aporta contenidos a la red. Además, defendieron que estos "centros de recursos" han de ser lugares sin barreras, de estructuras flexibles que permitan adaptar el espacio según las necesidades y los grupos de usuarios, incluso pidieron acabar con los mostradores y que el bibliotecario se relacione más y de forma más informal con los usuarios. Rebecca Federman, de la Biblioteca Pública de Nueva York, explicó que este acercamiento y la creación de blogs en los que los bibliotecarios explican sus gustos, habían conseguido aumentar la consulta de los fondos que nunca se solicitan y que giran en las bibliotecas alrededor del 90%. Tender hacia la especialización de los bibliotecarios, utilizar la mercadotecnia para dar a conocer los centros, construir bibliotecas más sostenibles, abrir los domingos y estandarizar horarios fueron otros aspectos debatidos.

En cuanto a los libros electrónicos, coincidieron en que su uso es imparable. Luis Collado, director de Google Books España, aseguró que pronto los lectores se convertirán en aparatos fáciles y baratos y que su empresa pondrá a la venta el acceso de dos millones de libros en catalán y castellano y 1.000 licencias para que las bibliotecas las gestionen y los libros puedan ser descargados.

Este año finaliza el Plan de Bibliotecas. Barcelona cuenta con 38 bibliotecas municipales y está construyendo seis más; el 46% de los barceloneses tiene carné -frente al 13% de 1998- y seis millones de usuarios utilizaron uno de estos centros en 2009. Además, las bibliotecas municipales han conseguido ser el servicio más valorado, por encima del metro y la recogida de basura.

Fuente: El País

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